Lejos

En la vorágine
de tu silencio,
mis oídos estallan,
mientras las palabras
perecen en la garganta,
anestesiando el sentir,
y colmando de caricias
obsoletas
mis temblorosas manos;
Mi boca sedienta,
por la ausencia
de tus besos,
gime inmersa en la angustia,
de saberte cerca,
sin poder acariciar
tus labios;
La mirada
se pierde en el horizonte
de tus ojos,
esos que me miran
en la distancia,
y que me susurran
en la soledad nocturna...

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