el llameante sol marca tu piel con latigazos de un matiz cobrizo, las horas arduas de haber enterrado tus manos en esa tierra, que se dice nuestra, tan nuestra como el reflejo de la luna, esa tierra, que dejó un quiebre en tu espalda y un vacío...en tu hambre, tu andar cansado demuestra lo largo del día, y el reclamo de una mesa desierta lo corto de los frutos, un suspiro es el aliento a seguir, y no caer en la sombra de la compasión, la mirada perdida en la noche que abriga esperanzas de un nuevo amanecer, con mejores chances, chance de que esa mañana sirva mas que para un amasijo , un amanecer que no surque entre viento y sol una piel que de sus poros emana fe, un amanecer que se apiade con la rogativa de tu alma, que con su luz desvanezca las sombras de un apuro hacia el ocaso, un amanecer que convierta ese polvoriento presente en un futuro esmeralda y los resquebrajados labios sientan la ...