Senderos de abril...

El rocio del alba
vestía perlado
el pétalo ruborizado;
El primer resplandor
iluminaba las miradas,
que en un silencio,
escribribían mil susurros
en los labios,
aquellos que se fusionaban
en un beso;
Y sin una palabra
se entrelazaban las caricias,
para transitar
el sendero,
con la tibieza del amanecer
en los hombros,
abarrotando los ojos
de futuros inciertos,
pero muy anhelados...

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