El extrañarte se convirtió en una pena, que húmeda rodó por mi mejilla punzándome el pecho, mis caricias se desprenden de estas manos, casi extintas de memoria; mis labios ajados, les faltan beber de tus besos, esos a los que me acostumbraste, y que tanto añoro; mi mirada perdida de tanto buscarte, y verte por doquier, sin poder alcanzarte; el amanecer me habla de ti, mostrándome la luz radiante que asemeja a tu sonrisa, y el perfume de las rosas tempranas con un toque de jazmín , casi como huele tu presencia , el atardecer clava el puñal , desangrando mis recuerdos, y la noche no los deja ser olvidos; El extrañarte se convirtió en una pena, ...pero solo mía